Nicolás Monardes, médico sevillano de origen genovés que ejerció hacia finales del siglo XVI, publicó en 1574 un libro llamado
«Primera y Segvnda y tercera partes de la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que siruen en Medicina», de cuyo segundo libro se saca lo que hace referencia al tabaco, para que el lector moderno comprenda que aquella gente no sólo tenía manga ancha con el tabaquismo sino un alto concepto de la planta que llevó a la clase médica a introducir en la población tan deplorable vicio que, siglos después, sería cancerígeno. Entonces, no.
La obra, en tres tomos, fue editada de nuevo en 1988, en Sevilla, como un punto más de los fastos de 1992.
Para evitar sufrimientos al lector, se copia en ortografía moderna, salvo algunos casos que valen la pena tal cual:
DEL TABACO Y DE SUS GRANDES VIRTUDES
(Hay que decirlo: el tabaco no es virtuoso)
«Esta yerba que comúnmente llaman Tabaco, es yerba muy antigua y conocida entre los Indios, mayormente entre los de Nueva España: que después que se ganaron aquellos reinos, de nuestros Españoles: enseñados por los Indios, se aprovecharon de ella, en las heridas que en la guerra recebían: curándose con ella, con grande aprovechamiento de todos.»
«De pocos años a esta parte se ha traído a España, más para adornar jardines y huertos, para que con su hermosura diese agradable vista, que por pensar que tuviese las maravillosas virtudes medicinales que tiene. Agora usamos de ella más por sus virtudes que por su hermosura, porque cierto son tales que ponen admiración»
«El nombre propio suyo entre los Indios, es Picielt, que el de Tabaco es postizo, de nuestros Españoles, por una Ysla do hay mucha cantidad de él, llamada este nombre Tabaco.»
«Ahí la y nace en muchas partes de las Indias, ordinariamente en lugares humidos y sombríos, es menester que sea tierra bien cultivada de se sembrare, y que sea tierra libre. Siémbrase en todo tiempo en las tierras calientes, y en todo tiempo nace: en las frías se ha de sembrar por el mes de Marzo, porque se defienda de las heladas.»
Sigue una descripción de la planta o «yerua» y entra por fin Monardes, en el magnífico asunto de las virtudes del Tabaco:
«...Guárdanse las hojas después de secas a la sombra, para los efectos que diremos y se hacen polvos, para usar de ellos en lugar de las hojas, que do no se halla esta planta, usan de los polvos en lugar de ella, porque no la hay en todas partes, lo uno y lo otro se guarda por mucho tiempo, sin corrupción. Su complexión es caliente y seca, en segundo grado.»
«Tiene virtud de calentar, resolver, con alguna estipticidad y confortación. Coglutina y suelda las frescas heridas, y las cura, como dicen, por la primera intención: las llagas sucias limpia y mundifica y reduce a perfecta sanidad, como se dirá de todo adelante. Y así diremos de las virtudes de esta yerba, y para las cosas que aprovecha, de cada una en particular.»
«Tiene esta yerba Tabaco, particular virtud de sanar dolores de Cabeça, en especial proviniendo de causa fría: y así cura la Axaqueca, cuando de humor frío proviene, o viene de causa ventosa hanse de poner las hojas calientes sobre el dolor, y multiplicándolas las veces que fueren menester, hasta que el dolor se quite: algunos las untan con aceite de azahar, y hacen muy buena obra.»
«Cuando por Reumas o por aire, o por otra causa fría, se envaran las cervices, puestas las hojas calientes en el dolor, o envaramiento de ellas, lo quita y resuelve y quedan libres del mal. Y esto mismo hacen en cualquier dolor que haya en el cuerpo, y en cualquier parte de él, porque siendo de causa fría, y aplicadas como está dicho, lo quita y resuelve, no sin grande admiración.»
«En pasiones de pecho, hace esta hierba maravillosa obra, en especial en los que echan podres y materia por la boca, y en Asmáticos y otros males antiguos, haciendo de la yerba cocimiento, y con azúcar hecho jarabe y tomado en poca cantidad, hace expeler las materias y pudriciones del pecho maravillosamente. Y tomando el Humo por la boca hace echar las materias del pecho a los Asmáticos.»
O sea, que ya hemos llegado al fumeteo recomendado a los asmáticos, gente que sin duda lo agradecería al recuperarse del sofoco.
«En dolor de estómago causado de causa fría, o ventosa, puestas las hojas muy calientes, lo quita y resuelve, multiplicándolas hasta que se quite. Y han de notar, que las hojas se calientan mejor, que en otro modo, entre ceniza, o rescoldo muy caliente, metiéndolas en él, y allí calentarlas muy bien: y aunque se pongan encenizadas, hacen mejor y más poderoso efecto.»
«En opilaciones de estómago, y de bazo principalmente, es grande el remedio de esta yerba, porque las deshace y consume: y esto mismo hace en cualquier otra opilación o dureza que haya en el vientre, siendo la causa humor frío o ventosedad. Han de tomar la yerba verde y majarla, y con aquel borujo fregar la dureza por un buen rato, y al tiempo de majar la yerba, le echen unas gotas de vinagre para que haga mejor su obra: y después de fregado el lugar, pongan encima una hoja, o hojas del mismo Tabaco calientes, y así esté hasta otro día, que se haga lo mismo: o en lugar de las hojas, pongan lienzo mojado en zumo caliente.»
Da algunos consejos más sobre cómo hacer del tabaco un producto salutífero y vuelve los ojos hacia la «yjada»:
«En dolor de ijada hace esta yerba grandes efectos: puestas las hojas entre ceniza, o rescoldo caliente, que se calienten bien, puestas sobre el dolor, multiplicando las veces que fueren menester. Es bien en los cocimientos que se hubieren de hacer, para los clísteres, echar en ellos, con las demás cosas, las hojas de esta yerba, que aprovecharán mucho: y así mismo para las fomentaciones y empastos que se hicieren.»
Este camino, el del clíster o lavativa, ha caído en desuso para el consumidor de tabaco. Por comodidad más que nada.
«En Dolores ventosos hacen el mismo efecto, quitando el dolor que de la ventosidad proviene: aplicando las hojas de la misma manera que está dicho, que se han de poner en el dolor de ijada: hanse de poner cuan calientes ser pudiere.»
Otra de las virtudes silenciadas actualmente por la inicua campaña: el tabaco previene y combate la ventosidad y, por lo tanto, favorece el aire limpio e inodoro.
«En pasiones de mujeres, que llaman mal de Madre, poniendo una hoja de esta yerba Tabaco bien caliente, en la manera que está dicho, hace manifiesto provecho: ha de se poner en el ombligo, y bajo de él. Algunos ponen primero cosas de buen olor en el ombligo, y encima ponen la hoja. En lo que se halla manifiesto provecho, es poner la Tacamahaca, o «Azeyte de Liquidambar», y bálsamo y Caraña: cualquier cosa de estas puesta en el ombligo, y traídas a la continua: o de todas ellas hecho pegadillo, hace en pasiones de madre manifiesto provecho.»
Por el método didáctico de la proximidad, Monardes pasa a la consideración de la lombriz:
«En lombrices, y todo género de ellas, que sean Gusanos o cucurbitinas, las mata y expele maravillosamente el cocimiento de la yerba hecho jarabe delicadamente, tomado en muy poca cantidad: y en el zumo de ella puesto en el ombligo: es menester después de hecho esto, echarles un clíster que las evacúe y expela de las Tripas.»
Esto puede ser un nuevo camino para la industria tabaquera: hacerlo jarabe, si bien habría que encontrar algo que hiciera innecesaria la posterior lavativa.
«En pasiones de junturas, siendo de causa fría, hacen maravillosa obra, las hojas del Tabaco, puestas calientes sobre el dolor: lo mesmo hace el zumo puesto en un pañito caliente: porque se resuelve el humor y quita el dolor. Si es la causa caliente hace daño: salvo cuando ha sido el humor caliente, y está resolvido lo subtil y queda lo grueso, que entonces aprovecha, como si fuese la causa fría.»
Y una nueva ventaja que aún hoy pervive y no son pocos los consejos que recomiendan aguantar el humo en la boca, contra la muela cariada:
«En dolor de Muelas cuando el dolor es de causa fría o de reumas frías, puesta una pelotilla hecha de la hoja del Tabaco, lavando primero la muela con un pañito mojado en el zumo, quita el dolor, y prohibe no vaya la putrefacción adelante. En causa caliente no aprovecha: y este remedio es ya tan común que todos sanan.»
Para un padecimiento en retroceso:
«Cura esta yerba maravillosamente los Sabañones, fregándolos con el Borujo, y después metiendo los pies y manos en agua caliente con sal, y trayéndolos bien abrigados. Esto hace con grande experiencia en muchos.»
Y he aquí una historia de conquistadores, donde se ve claramente que los indios Caribes estuvieron a punto de exterminar a «nuestros Españoles», que al final les madrugaron:
«En Venenos y en heridas venenosas, tiene grande excelencia nuestro Tabaco: lo cual se ha sabido de poco tiempo a esta parte. Que como los Indios Caribes, que comen carne humana, tiran sus flechas con una yerba, o composición hecha de muchos venenos con la cual tiran a todas las cosas que quieren matar: Y es tan malo y tan pernicioso este Veneno, que mata sin ningún remedio, y los heridos mueren con grandes dolores y accidentes rabiando, sin haber hallado remedio para tan gran mal. De algunos Años a esta parte han usado echar Solimán en las heridas y se remediaban algunos: y cierto en aquellas partes se ha padecido mucho con este daño.»
El doctor Monardes sigue pasando revista a las virtudes tabaquiles, intercalando aventuras con los indios caribes, cuyas flechas envenenadas, siempre mortales, quedaban desvirtuadas por la aplicación del tabaco. También se usaba contra en envenenamiento por hierba de ballestero, carbunclos, en heridas recientes y en llagas viejas, para matar los gusanos que viven en tales llagas, en empeines, tiñas y otros males. Entra por fin el buen doctor en la pura potencia del tabaco, muy superior a la que conocemos hoy, pues tenía la virtud, fumado, de privar a indios y a negros:
«Usan los Indios de nuestras Indias Occidentales del Tabaco, para quitar el cansancio, y para tomar alivio del trabajo, que como en sus Arreytos, o bailes trabajan y se cansan tanto, quedan sin poderse menear, y para poder otro día trabajar, y tornar a hacer aquel desatinado ejercicio: toman por las narices y boca el humo del Tabaco, y quedan como muertos, y estando así, descansan de tal manera, que cuando recuerdan, quedan tan descansados que pueden tornar a trabajar otro tanto, y así lo hacen siempre que lo han menester: porque con aquel sueño recuperan las fuerzas y se alientan mucho.»
«Los negros que han ido de estas partes a las Indias, han tomado el mismo modo y uso del Tabaco que los Indios: porque cuando se ven cansados lo toman por las narices y boca, y les acontece lo que a los Indios, estando tres y cuatro horas amortecidos: y quedan livianos y descansados para más trabajar: y hacen esto con tanto contentamiento, que aunque no estén cansados se pierden por hacerlo, y ha venido el negocio a tanto, que sus amos les castigan por ello, y les queman el Tabaco, porque no usen de ello: y ellos se van a los Arcabucos y partes escondidas para hacerlo: que como no se pueden emborrachar de vino, porque no lo tienen, huelgan de emborracharse con el humo del Tabaco: yo los he visto aquí hacerlo, y acontecerles lo dicho. Y dicen que cuando salen de aquel embelesamiento o sueño, se hallan muy descansados, y que se huelgan de haber estado de aquella manera, pues de ello no reciben daño.»
De donde se deduce que los enemigos del tabaco nacieron a la vez que los fumadores, sobre todo si éstos dejaban el trabajo por el humo, y que los efectos del tabaco sobre la psique se han suavizado desde que la industria ha tomado cartas en el asunto.
Rector Robsy